lunes, 19 de octubre de 2015

7º Relato

La vida es corta, dicen. Y hay ocasiones en las que no sé cómo aprovecharla, hasta que veo sus sonrisas. Las sonrisas de mis amigos, las sonrisas de mis familiares. Pero hay una sonrisa que se me resiste y me siento triste por no conseguir sacarla.
Entre toda las personas a las que adoro hay una persona, una personita tan hermosa, tan inteligente, pero tan boba... Esa personita no se cree lo maravillosa que es. 
El caso es que esa persona creció y sus momentos de felicidad comenzaron a escasear. Cuando la conocí la sentí tan triste, que en seguida me enamoré de ella. Pero no un amor pasional, sino un amor fraternal, del que dan ganas de proteger a esa persona, de cuidar a esa persona, de amarla... Así que me decidí, trataría de que fuera feliz.
Hubo tantos momentos de risa, tantos momentos de pelea. Hemos llorado y reído tanto juntas, que no sabría contarlas. También ha habido decepciones, pero han sido decepciones fruto de la inmadurez de dos personas creciendo y haciéndose maduras. Pero esa personita no recuerda, que siempre está en mi corazón y tatuada en mi alma. ¿Por qué? Pues porque ha formado parte de mi vida durante mucho tiempo y me ha regalado tanto. Lo peor que podría decir quizás, es que me siento frustrada de no poder hacerla feliz como siempre he deseado. E incluso he llegado a llorar por ello. Sin embargo compensa cuando la abrazo y le muerdo los mofletes. Eso no tiene precio.
Compartimos tanto en común y somos tan diferentes, pero esas diferencias es lo que hace que nos queramos más y más. ¿Os cuento un secreto? Es tan especial. No quiere reconocerlo, pero es muy dulce, no quiere reconocerlo, pero es muy fuerte y no quiere reconocerlo, pero es una de las personas más maravillosas que he conocido y que jamás conoceré. 
El caso es que ahora está pasando por un momento muy duro de su vida. Un momento del que no sabe como salir, del que no sabe como dejar de sentir dolor. Y espero que se de cuenta de que no tiene que llevar sola esa carga, de que no está sola, de que hay gente que la apoya... como yo...
Y solo decirte que si alguna vez me necesitas, si alguna vez no sabes qué hacer ni con quien hablar, pues te digo por milésima vez. Aquí estoy.
Este relato es para todos aquellos que tienen a alguien especial y no saben como expresarlo directamente. Quizás os sintáis identificados y si es así, me alegro porque significa que tenéis personitas muy hermosas en vuestras vidas. GRACIAS!!

6º Relato (Sexta y última parte)

Año 2014. Su nombre ahora era Sofía. Ese día cumplía 19 años y ahora conocía ese dato. Moriría dentro de poco. Seguía recordando lo que había ocurrido en sus vidas anteriores. Sin embargo, lo había vuelto a perder. No tenía ninguna pista sobre él. Había vivido una vida agradable. Sin padres, sin hermanas, pero sin necesitar nada.
Estaba estudiando gracias a una beca, y en ese momento, había nacido en España. Aunque esa estaba siendo la era de la información, se le hacía imposible saber algo de ese chico.
Un día, se fue a una bibioteca para comenzar a estudiar los exámenes. Después de estar sentada estudiando, decidió tomar un descanso. Para ello, decidió conectarse un rato a la red con su portátil.
Tras conectarse, decidió buscar algo, sobre brujas. Y puso el año y la ciudad en la que murió.
Parecía que no había noticias, aunque eso no le extrañaba. Sin embargo, en el buscador destacó una página, una página que hablaba sobre un diario. Dio click con el ratón. El diario era de un muchacho, un joven llamado Dick que hablaba sobre la brujería. Se le llamó el héroe de las mujeres, puesto según aquel diario y la información que ponía, se dedicó a viajar salvando a mujeres condenadas por brujería.
Sofía dio un golpe de la mesa llamando la atención de todos. El hombre que la había condenado a ella y a sus hermanas, se había dedicado a salvar a otras. ¿Culpabilidad? No lo sabía, pero ahora lo odiaba mucho más.
"Veo que te interesa la historia de mi familia" dijo una voz de un joven tras ella.
Sofía sonrió. Siempre lo encontraba de la misma forma. Sorprendiéndola.
"Así que... ¿Este joven es tu antepasado?" le preguntó ella.
"Sí, es el héroe de mi familia. Mi nombre es David".
"Encantada David".
Ambos se dieron la mano. Sofía lo tenía claro. Ahora sí que iba a destrozarle la vida. Lo odiaba más que nunca y solo quería verle entre sufrimientos. Sin embargo, antes debía conocerlo más para saber dónde atacarlo.
Así pasaron dos semanas. Quedando y hablando.Hasta que un día ella fue a su casa.
David le sacó unos archivos.
"No me preguntes, pero mi familia guarda todos los papeles y archivos desde este tío. Y en éste está toda su historia."
Sofía cogió el libreto que David le extendió. Comenzó a leer. Al cabo de unos minutos, Sofía se quedó blanca. En ese documento, hablaba de que Dick, había traicionado al amor de su vida, por salvar a su hermana por el mismo motivo que condenaron a Monick. Por brujería.
Sofía comenzó a llorar. Entonces no sirvió de nada. Las maldiciones, los conjuros, los sacrificios de sus hermanas. Todo para nada.
Sofía empezó a llorar y David la abrazó. "Perdóname" le susurró. "Jamás quise traicionarte, pero lo hice únicamente por mi hermana y por lo mismo entiendo que me odies"
Sofía paró de llorar. Él se acordaba de todo. Sus vidas anteriores, Monick, sus hermanas. De todo. De algún modo el conjuro también le había afectado a él. Pero todo era demasiado. Había que asimilar demasiado y muy poco tiempo ya que mañana sería el día en que moriría. Huyó. Salió de la casa de David y se marchó. Así llegó la noche siguiente y Sofía se fue a un bosquecito para esperar su muerte. No podría cumplir su venganza después de aquello. Pero alguien se aproximó. Era David.
"¿Cómo supiste dónde encontrarme?"
"Mi corazón me lo dijo".
David se acercó a ella y se arrodilló delante suya. Ella lo imitó.
"He vivido tanto tiempo odiándote" dijo sofía,
"Y yo recordándote con amor" David cogió las manos de ella y ésta le sonrió. Ella también lo seguía queriendo. Pero algo ocurrió. David cayó al suelo con una daga en su estómago, pero no había sido Sofía.
Sangrante en el suelo le gritó a Sofía "Maldíceme, haz el conjuro y dejemos atrás las vidas para descansar y poder suplicar el perdón a tus hermanas".
Sofía se tumbó a su lado y recitó el conjuro. Tras terminar, lo besó en los labios y se clavó el puñal en el corazón. Había cumplido con su venganza.

Más allá, en otro lugar y tiempo, Lilian, Monick, Sam y Dick, se reunían solo con cariño en su corazón... y paz.
Gracias por haberme acompañado en esta hermosa aventura. Recordad: Compartid si os ha gustado!!

6º Relato (Quinta parte)

Ahora su nombre era Janice. Y ya había alcanzado los 19 años de edad. Había nacido en Francia, en 1770. El pueblo se alzaba en sus calles, ahullando por una república. Pero ella no pensaba en ello, no.
Desde que tenía uso de razón, había recordado su anterior vida, la muerte de sus hermanas y su venganza. En esta vida tampoco había tenido padres, pero, por primera vez, no había tenido hermanas. Toda su vida se vio obligada a buscar sin cesar, pero no le encontró.
Comenzó a vivir una época horrible, la gente pedía la sangre y la cabeza del rey. Janice estaba horrorizada. Los que respaldaban la monarquía comenzaban a caer y, aunque ella era indiferente ante este conflicto, también gritaba en favor de la república con tal de no acabar sin una pista de su objetivo.
Pasaban días, y la república estaba llegando. Las cabezas de los monarcas estaban clavados en estacas como símbolo de poder del pueblo, y Janice se desesperaba cada vez más.
Ya caminaba por las calles sin ningún motivo. No sabía por donde buscar.
Siendo ya de noche se dirigía a su hogar cuando alguien la asaltó. Amenazándola con estrangularla, le exigía alimento. Ella le rogaba por su vida y le decía que no tenía nada. Cuando tuvo una oportunidad, Janice forcejeó  con su asaltante hasta que consiguió hacerlo tropezar y caer al suelo. Janice abrió los ojos, era él. El hombre que la traicionó y la persona a la que había estado buscando estaba ante ella. Janice lo revisó atentamente y vio una medalla. "Eres un seguidor de la monarquía, y además confederado". Era perfecto, lo haría morir de la misma forma que lo hizo él con ella, condenado sin ningún crimen.
Cuando estaba dispuesta a gritar, él se levantó y la tiró al suelo tapándole la boca. y tras una lucha, él se la llevó.
Atada y amordazada en una casa abandonada. Vio como Dick se comía los alimentos de la cesta que llevaba con ella. Y así pasaron meses. Él le decía que quería soltarla, que no quería ésto, que sentía cosas horribles, pero que sabía que si lo hacía, él estaría muerto. Siempre le contaba cosas sobre él. En esa vida se llamaba Joel y tenía hermanos pequeños a los que tenía que alimentar. Ella no tuvo manera de escapar. Cada día lo odiaba más, o eso creía ella. Una noche entre esos meses, él la besó y Janice no supo que hacer. Quería asesinarlo, pero comenzo a sentir lo que antaño sintió por él y entre besos y caricias de cada noche, olvidó su sed de venganza. Al final de esos pocos meses, y confiando en ella, Joel soltó a Janice y ésta no escapo. Sin embargo, esa misma noche en que decidió quedarse con él, soñó, con sangre, corazones arrancados y lágrimas cayendo. Se levantó y lo recordó claramente. Y cuando estuvo a punto de clavarle un cuchillo en el pecho, sus manos aflojaron y lo dejaron caer.
Salió a la calle corriendo y gritando con los rostros de horror de sus hermanas en sus mentes. Las había traicionado a ellas y a sí misma. ¿Cómo había sucedido? ¿Por qué?

Corrió, corrió y corrió y no vio la carroza que se cruzó en su camino y, el que la asesinó. Murió en la misma fecha en su anterior vida.

6º Relato (parte cuarta)

"Dos sacrificios, dos corazones recién arranacados"
Monick abrió mucho los ojos y sacudió la cabeza con locura. Se levantó y se apoyó en una esquina aún negando con la cabeza. Sam y Lilian se miraron seriamente y ésta última se levantó para acercarse a su hermana. La tocó en un hombro y le dijo:
"Hermana, ya estamos muertas y será en valde si tú no nos vengas. La voluntad de Sam y mía es que ese ser pague por lo que nos ha hecho. Y si tú nos arrancas el corazón, eso te ayudará a recordar el motivo de nuestro sufrimiento." La voz de Lilian era penetrante y no lo dulce que era normalmente. Estaba tan furiosa que tenía la mandíbula y los puños apretados.
Iba a amanecer en un par de horas. Sam y Lilian estaban sentadas de rodillas con Monick enfrente de ellas. Las tres se abrazaron. Sin dejar pasar más rato, mientras Sam y Lilian sonreían y llenaban con amor los oídos de Monick, ésta, entre lágrimas y susurros de disculpas, atravesó los pechos de sus hermanas, con una mano a cada una, y, al sacarlas, sostenía en cada una un corazón. Los cuerpos, inertes y desangrándose, de sus dos hermosas hermanas, cayeron. Aquella pesadilla que tuvo, era una predicción y no le hizo caso. "Todo es por mi culpa" pensaba sin cesar. Pero se consolaba diciéndose que lo iba a arreglar. Dejó los corazones en el suelo. Derrotada, con el rostro lleno de sangre, polvo, lágrimas y sudor y con el pelo cayéndole por los ojos, llamó a la Diosa.
En el exterior comenzó a nublarse y a caer truenos. Una neblina se formó ante Monick y de esa neblina,surgió la figura de una mujer enorme y de un rostro que daban arcadas al mirar. La joven no dijo nada pues entendía que la Diosa ya lo sabía todo.
"Dos corazones por dos vidas reencarnadas. Mañana no será tu última muerte. Pero sólo te quedan dos oportunidades para hacer lo que debes así que aprovéchalas."
Las almas de Lilian y Sam se aparecieron y, tras sonreír dulcemente a Monick, se fueron junto a la Diosa. Y Monick se quedó allí, junto a los dos cuerpos de su hermana y deseando cobrar la sangre que le había sido arrancada.
La encontraron llena de sangre, junto a sus dos hermanas sin corazón. Sin embargo, no había rastro de este órgano.
Uno de los soldados la insultó, mientras otro vómitaba sin poder resistirlo. Monick no respondió. No le gritó a los soldados que esos corazones no se los había comido, como ellos decían, sino que sus dos amadas hermanas se habían sacrificado por urdir una venganza y que al menos ella consiguiera conseguir una paz que las otras dos jamás poseerían. No, ella no lo gritó.
Tras gritarle "bruja" e insultarla todo lo que pudieron, se la llevaron hasta el patio central. No querían tocarla apenas, ya que estaba llena de sangre. Llevaban junto a ellos los mismos amuletos que le impedían hacer conjuros, y con ellos la ataron a un póster de madera. A los pies de Monick, paja y a su izquierda, un sacerdote pidiendo por ella.

Un soldado prendió la paja. Comenzaron a maldecirla. Sin embargo, ella sonrió y gritó "Dos sacrificios he dado a cambio de dos vidas". Y mientras ardía, observó cómo una lágrima caía de alguien ocultado tras uno de sus verdugos.